Por: Ps.Clin. Libia Vásquez Morán, MSc.

Este año el planeta entero dio un giro de 360 grados gracias a un virus llamado Covid-19, sufrimos muchas pérdidas y la seguimos viviendo, entre ellas familiares y amigos.

En todo este proceso de pérdida no logramos darles el último adiós a nuestros allegados, no elaboramos de manera correcta nuestro duelo ya que era el momento de ser fuertes para continuar y apoyar a las personas que nos necesitan y están a nuestro alrededor como: hijos, madre, padre, hermanos…

Cada duelo es una experiencia única e irrepetible. Las reacciones ante un duelo varían no sólo entre diferentes personas, sino también en cada familia o sociedad, según la edad y las situaciones en las que se encuentra la persona cuando sucede la pérdida. Así mismo ocurre con la duración del duelo el cual es muy variable, sabemos que es un proceso a largo plazo que solo depende de cada persona y situación.

La mayoría de los duelos duran entre uno a tres años, el primer año suele ser el más difícil de todos, el sentimiento y pensamiento es: “la vida sin esa persona no tiene sentido o no vale nada”, luego el malestar se va aminorando, pero el sufriendo ocasiones sufre de altibajos.

Se puede decir que nuestro duelo a finalizado gracias a ese espacio de tiempo alcanzado y lo sabemos al darnos cuenta que ya no lloramos y sonreímos, notamos que hemos cambiado en todo este proceso y es un cambio para bien ya que nos sentimos más fuertes para continuar incluso al llegar a esta etapa no significa que hemos dejado de amar u olvidado a la persona que partió,  seguimos manteniendo sus buenos recuerdos en nuestros pensamientos y corazones, seguimos recordando sin sentir ya un dolor desolador que nos impida vivir.

Si este proceso de duelo se da de forma óptima, podemos indicar que el duelo tiene un potencial transformador, y que puede constituir una oportunidad para el crecimiento personal de la persona.

No estas solo, te invitamos a coordinar una cita para acompañarte en este proceso.